martes, 3 de julio de 2018

Lo sé


Créeme que lo sé. Yo también me sentí así. Con el empate evoqué el cosquilleo en la planta de los pies cuando crucé el puente Simón Bolívar para pisar tierra colombiana, recordé el calor en mis mejillas al pedir prestado un sanitario y recibir una sonrisa de un policía quien con amabilidad me indicó donde quedaba, sin pedir cédula ni hacerme sentir cucaracha. Que alegría estar en Colombia. Yo era un niño llenándome las pupilas de tanta ciudadanía, de tanto progreso, de tanta oportunidad. Que felicidad poder caminar por sus calles y ver vidrieras, diferente de mi país donde no se camina sino que se corre. Feliz de tener ganas de un abrazo y tener cerca de mis hijos para dárselo. Orgulloso que mi hijo me regalara tres mil pesos para mis cigarrillos.

Créeme que lo sé.

Créeme que se lo que es ser feliz, caminar con mi suegra. Pero caminar, caminar simplemente por el placer de hacerlo. Alegre de acompañar mi mas íntima amiga a comprar la carne del almuerzo.  Contento de acompañar a mi hija a clases.
Créeme que lo sé. Los penales fallados me devolvieron a besarlos a todos Google maps mediante y terminar llorando al reconocer los sitios visitados. Llorar por la perra a quien sacaba a pasear en las noches (¿O era ella quien me sacaba a mi?). La derrota me devolvió al pesar de buscar un abrazo y tener que ir a buscar fotos.

Créeme que lo sé, Colombia… A ti te quedan cuatro años para intentar volver, a mí menos tiempo. 

domingo, 18 de enero de 2009

Rolando el sabio


Esta es una historia de tantas que alimentan la tradición. Así como me fue contada en una tarde de enero bajo la sombra de un Samán, así mismo se las cuento sin quitar ni agregar una coma.


En Villa de Cura, bucólico pueblo del estado Aragua, vivía Rolando. De muchas maneras le decían: El curandero, el sabio, el gurú, el shamán... incluso el brujo. Lo cierto es que a la casa de Rolando las pisadas se dirigían en búsqueda de curación física o espiritual, se acudía en busca de consejos, de palabras de consuelo, de atención a cualquier cosa que necesitase armonía. El dulce rostro del anciano se iluminaba cuando ensalmaba los vientres infantiles hinchados de lombrices, cuando oraba sobre culebrillas que pintaban serpentinas escarlatas en el cuerpo. A veces acudían personas buscando consejos sobre parejas remolonas, sobre infidelidades, sobre almas en pena. Otras veces se veían grandes automóviles de donde bajaban personajes de rostro adusto y grave para consultas de destinos del país.


Se decía de Rolando que esta era su última reencarnación en la tierra donde se preparaba para ascender a maestro espiritual. Se decía que en sus vidas anteriores había estado con su trompeta en Jericó derrumbando murallas, se dice que salvó muchas vidas cuando Neron tuvo su ataque piromaníaco, se afirma que construyó junto a Galileo el primer telescopio, que fué atrilero de Da Vinci, que guardaba en un frasco la oreja que Van Gogh se arrancara.
Un día sin más Rolando desapareció, se fue corriendo de su casa para no volver. Se cuenta que estaba leyendo una carta y al terminar con rostro de terror, salió despavorido dando gritos a la calle y no se le volvió a ver en el pueblo.
La carta me fue mostrada: Escrita a mano con ortografía de segundo grado a pesar del gran sello oficial que la coronaba, su texto era una consulta sobre una pregunta... decía lo siguiente: "¿Aprueba usted la ampliación de los derechos políticos de las venezolanas y de los venezolanos en los términos contemplados en la enmienda de los artículos 230, 179, 174, 192 y 162 de la Constitución tramitada por iniciativa de la Asamblea Nacional, al permitirse la postulación para todos los cargos de elección popular de modo que su elección sea expresión exclusiva de los votos del pueblo?".
Algunos rumores dicen que han visto a un viejo muy parecido a Rolando, en la carretera de Churuguara, en interiores y recogiendo latas.

sábado, 6 de diciembre de 2008

El primer pecado

"Memento, homo, quia pulvis es et in pulverem reverteris" - Recuerda, hombre, que polvo eres y polvo volverás a ser.
El primer pecado, a diferencia de lo que se cree, no fue la ira que impulsó a Caín a descalabrar al noble Abel. El primer pecado fue la soberbia, que impulsó al entonces Luzbel a declarar ser un par de Papá Dios.
Este pecado capital lo hallamos incluso en cosas tan pueriles como en los cuentos infantiles, o es que acaso la manzana envenenada a Blancanieves no es el resultado de la soberbia?. Estamos expuestos constantemente a observarnos como el ombligo del mundo. Tal vez el único talismán que nos queda es la práctica de la humildad para revertirla.
El miércoles de ceniza la frase que encabeza este artículo se pronuncia en el altar para recordarnos lo frágil de nuestra vida: Polvo. Polvo que se lleva la brisa, polvo que esperará la la lluvia para convertirse en fango, fango que deberá esperar el aliento divino para convertirse en hombre nuevamente.
En ese ejercicio de la soberbia resulta que hemos topado con un verdadero "magister superbiae" en ese bochornoso defecto: La fatuidad del presidente no tiene límites. El "Ego que camina por América Latina" creyó en su vanidad, que su sola presencia día y noche en vallas, cadenas televisivas, prensa et al aseguraba el triunfo de personajillos que para su bien deberían dedicarse al amaestramiento de erizos marinos u otras sandeces. El orgullo desmedido convirtió a su gente en opositora (Léase: Escualida?) en el Distrito Capital. Lo malo de la soberbia no es solamente ese pecado capital de la vanidad a grado extremo, es involucrar a un país completo en su espejismo, en sus ínfulas de todopoderoso, en su acto de vudú de pacotilla donde sus acólitos son los ungidos, donde no hay adversarios sino enemigos, donde la descalificación sustituye al diálogo.
Ahora el gran ego no recuerda su procedencia del polvo y pretende cantar el ritornello de la reelección. El ombligo del mundo pretende nuevamente desconocer resultados ya conocidos y lanzarse a otra campaña para pintar su propio retrato de Dorian Grey y permanecer con la banda presidencial terciada, congelado en el tiempo mientras Venezuela en su marco envejece y se deteriora para bien de su ego.
Contra la soberbia: Humildad. Volverán las calles a ser ríos de gente, volverán las manos blancas, volverán las familias a pisar el asfalto, volverán los cantos y las risas. Volverá la humildad del bravo pueblo a decirle NO! a cualquier intento del pecado de soberbia.
Por cierto Hugo: Sabes donde está Luzbel a esta ahora?.

domingo, 9 de noviembre de 2008

Tres ángeles


Me sorprendió una pregunta de Daniel, Papi: Tu sientes miedo?


Debes saber querido hijo que el miedo es parte de la vida, como los helados de mantecado o los raspones en las rodillas. Solamente los bebés muy pequeños o los locos no tienen miedo. Los bebés pequeños porque no han aprendido a tener miedo. Si, el miedo se aprende. Los locos tampoco tienen miedo, porque en su locura olvidan las fronteras de la realidad y no miden el peligro.


Crees que David saliendo al campo a enfrentar al gigante Goliat con sólo una honda en la mano no tenìa miedo?. Sólo que David tenía algo mas que una honda... tenía fé, esperanza y caridad.


Fè es creer en lo que no puedes ver, pero sabes que está alli. Fè es saber que el amor de Papà y mamà estarà siempre contigo. Fè es saber que por mas que el día esté nublado, mas arriba de las nubes està brillando el sol. Esperanza es la certeza que las cosas pueden cambiar para bien, que toda acciòn nuestra provocará una reacción, por ello debemos actuar bien para tener buenos resultados y Caridad es la capacidad para dar a aquelos que nos necesitan, como dar un "Buenos dias", una sonrisa, una palabra amable.


Con esos elementos fé, esperanza y caridad puedes convivir con el miedo sin dejar que derrote.

Sé querido hijo que habrá momentos en tu vida en que la mano del miedo te tocará, que ese frío se meterá en tus rodillas y comprimirá tu estómago... Es en esos momentos que llamarás a tus tres ángeles: fe, esperanza y caridad. Fé para reconocer lo bueno que pudiese haber allì donde no lo ves, esperanza es saber que el miedo no te paralizarà y por el contrario tienes que ponerte a trabajar de inmediato para obtener lo que quieres y caridad para que el miedo no te impida darte a tì y a los otros tu mejor cara... porque una sonrisa ayuda a vencer el miedo.
Sin miedo alguno, te quiero

lunes, 3 de noviembre de 2008

Portales

"El amor es el peso del alma"
San Agustín


Donde se aloja el amor?. Porque decimos que el amor habita en el corazón y no en la tercera circunvolución del hemisferio derecho del cerebro?. En la opinión de este danzarin de las letras el amor no reside necesariamente en un solo sitio ni permanece quieto en un determinado lugar.




Podemos hallar el amor en los pies, cuando estos caminan plazas y parques para hallar la sonrisa del ser amado, cuando recorren calles y esquinas tras el artesano que crea primores para adornar el cuello o la muñeca de la mujer amada. A veces los pies se esconden bajo la mesa ocultando la ansiedad en la espera de una sonrisa.


El amor puede estar en los ojos cuando con una mirada esperamos decir todo lo que preña el alma y las palabras no son suficientes. El amor abre la puerta de los ojos cuando el rostro amado es el mismo al transcurrir del tiempo y los años no mellan ese recuerdo de la primera vez que viste su cara.


El amor a veces está en la boca y el vino de los viernes evoca su sonrisa. Otras veces esta boca nos sorprende cantando una canción sin saber porque y tras la melodía está la esencia del ser que se ama. A veces la boca calla para que la tormenta que se desata en tu pecho no te impida decir un te quiero.


La manos mucha veces alojan el amor. Esas manos que amasan, marinan, pican en frenético orden una vianda solo para agradar su paladar. Las manos que prenden una vela en suerte de mágico puente entre lo espiritual y lo cotidiano para allanar caminos y solicitar protección. Manos que abotonan tu mejor camisa si la vas a ver.


Las puertas de las habitaciones del amor son muchas, demasiadas para nombrarlas. Puertas cambiantes, mutantes. Puertas esperando ser abiertas con devoción. Puertas que esperan por la oportunidad de demostrar que el amor sigue ahí invicto y glorioso esperando a que lo halles.

viernes, 24 de octubre de 2008

La sirena


Los caminos de las letras no se borran... a veces se esconden, a veces se bifurcan... pero no se borran. Es por eso que retomo la palabra escrita tratando de hallarme mientras encuentro la letra precisa.
Hoy les reproduzco una carta que hallé en una playa, en una botella. Carta que habla de cuan grande son los amores, casi tan grandes como el mar:
"Escribo esta carta sin sobre porque el mensaje ya ha llegado, la escribo porque necesito dejar en este mundo el testimonio de un corazón navegante que desanda mares en busca de un sueño.
Una tarde de agosto, mes cuando los huracanes azotan el Caribe, ebrio de sol y arena conocí una sirena. Su risa amable me cautivó y sin cruzar palabras nuestros corazones hablaron largamente. Charlaron de cuentos de marinos, de cunas de coral, de palacios custodiados por tiburones, de delfines jugando en las olas. Esa tarde terminó con un beso sabor a sal.
Así, todas las tardes me encontraba con la sirena. Mis amigos me llamaron loco y poco a poco me fueron abandonando. A veces la madrugada me encontraba deambulando en el puerto solamente esperando el ocaso para hablar con mi sirena. Otras veces eran las estrellas quienes me sorprendían sentado en la playa mirando fijamente el mar y rogando a Neptuno que la protegiera.
La sirena me enseñó a conocer los cardúmenes de peces por el reverbero que forman, las corrientes que habitan bajo la superficie por el color del agua, me enseñó a correr olas inmensas. Yo le enseñé todos los nudos aprendidos en mis años de marinero desde que apenas era un grumete, le instruí sobre los peligros de las redes que capturan al atún pero también al delfín, le mostré lo agradable que puede ser una hoguera en la playa en una noche fría.
Un día tomé mi bote de tres velas y me lancé al océano con mi sirena. Conocimos la calidez de las playas blancas de Los Roques, la extraña frialdad de las playas de arena negra volcánica de Tenerife. Nos zambullimos en las aguas cristalinas de Cartagena. Nos congelamos en el ártico. Oímos el canto de las ballenas en Comodoro Rivadavia. Tejimos frazadas con algas del mar de Japón. Nos atragantamos de ostras en Sicilia. Vencimos la poderosa corriente de Cabo de Hornos. Tuvimos hasta la desfachatez de remontar el Orinoco tan sólo por jugar con tortugas y toninas. Navegábamos en el día y retozábamos de noche. De día conocíamos el mundo, de noche a nuestras almas. Años de navegación junto a ella fueron el obsequio que el destino me otorgó.
Una a mañana de septiembre la sirena no apareció al lado el bote. Desesperado esperé por dias, semanas, su regreso. Angustiado estuve esperando ver la silueta de mi sirena aparecer sin saber que hacer.
Aquí y ahora ya lo sé: Mientras escribo esto en el horizonte se perfila el tifón. Terrible, poderoso, cruel. Debo enfrentar el tifón para salir a buscar a mi sirena. La Rosa de los vientos me pregunta, la brújula me apunta y la quilla crepita ante la inminencia de la tormenta. Es por ello que requiero dejar escrito mi decisión: Iré tras mi sirena.
Ahora corto la cadena del ancla y la proa se dirige al nubarrón. Si algún día no se sabe mas de mí habrán ocurrido dos cosas: Conseguí a mi sirena o morí con su dulce nombre en mis labios"

jueves, 31 de mayo de 2007

Pa´Carla


"Ense et aratro"... Con la espada y el arado. Con el lápiz y la calle. Con varianzas, teorías, derivadas, integrales, leyes, medianas, modas, proyecciones y con la libertad de Venezuela. Cuan orgulloso me siento de haber nacido venezolano cuando veo mi antigua Alma Mater hermoseándose en las calles cada vez que nuestros muchachos se olvidan del exámen necesario y se acuerdan que sin libertad el futuro título solo servirá para adornar una pared.

Casa que vence las sombras, la mentira, el odio, el racismo, la segregación. Casa en cuyos pasillos me enseñaron a ser solidario, a reconocerme en la silueta de la sonrisa de una chica hermosa, a enfrentarme en las madrugadas a un libro abierto. Casa que me sigue a diario camino al trabajo, me persigue en el primer café de la mañana, en las preguntas embarazosas de mis hijos, en las canas honorables de los ancianos. Esta casa puede, debe sentirse satisfecha: Sus muchachos hoy dignifican su nombre que retumba en calles y paredes.

Dios te bendiga Carla, en nombre de los miles de valientes universitarios que con la faz límpida se enfrentan a la barbarie. Cuenta conmigo angel poderoso, la casa que vence las sombras aún late en este viejo corazón y de la garganta sólo sale un grito: Viva la U, viva la U, viva la Universidad.

Se te quiere y te respeta, recibe un gran abrazo