Lo sé
Créeme que lo sé. Yo también me sentí así. Con el empate
evoqué el cosquilleo en la planta de los pies cuando crucé el puente Simón
Bolívar para pisar tierra colombiana, recordé el calor en mis mejillas al pedir
prestado un sanitario y recibir una sonrisa de un policía quien con amabilidad
me indicó donde quedaba, sin pedir cédula ni hacerme sentir cucaracha. Que
alegría estar en Colombia. Yo era un niño llenándome las pupilas de tanta
ciudadanía, de tanto progreso, de tanta oportunidad. Que felicidad poder
caminar por sus calles y ver vidrieras, diferente de mi país donde no se camina
sino que se corre. Feliz de tener ganas de un abrazo y tener cerca de mis hijos
para dárselo. Orgulloso que mi hijo me regalara tres mil pesos para mis
cigarrillos.
Créeme que lo sé.
Créeme que se lo que es ser feliz, caminar con mi suegra.
Pero caminar, caminar simplemente por el placer de hacerlo. Alegre de acompañar
mi mas íntima amiga a comprar la carne del almuerzo. Contento de acompañar a mi hija a clases.
Créeme que lo sé. Los penales fallados me devolvieron a
besarlos a todos Google maps mediante y terminar llorando al reconocer los
sitios visitados. Llorar por la perra a quien sacaba a pasear en las noches (¿O
era ella quien me sacaba a mi?). La derrota me devolvió al pesar de buscar un
abrazo y tener que ir a buscar fotos.
Créeme que lo sé, Colombia… A ti te quedan
cuatro años para intentar volver, a mí menos tiempo.