sábado, 6 de diciembre de 2008

El primer pecado

"Memento, homo, quia pulvis es et in pulverem reverteris" - Recuerda, hombre, que polvo eres y polvo volverás a ser.
El primer pecado, a diferencia de lo que se cree, no fue la ira que impulsó a Caín a descalabrar al noble Abel. El primer pecado fue la soberbia, que impulsó al entonces Luzbel a declarar ser un par de Papá Dios.
Este pecado capital lo hallamos incluso en cosas tan pueriles como en los cuentos infantiles, o es que acaso la manzana envenenada a Blancanieves no es el resultado de la soberbia?. Estamos expuestos constantemente a observarnos como el ombligo del mundo. Tal vez el único talismán que nos queda es la práctica de la humildad para revertirla.
El miércoles de ceniza la frase que encabeza este artículo se pronuncia en el altar para recordarnos lo frágil de nuestra vida: Polvo. Polvo que se lleva la brisa, polvo que esperará la la lluvia para convertirse en fango, fango que deberá esperar el aliento divino para convertirse en hombre nuevamente.
En ese ejercicio de la soberbia resulta que hemos topado con un verdadero "magister superbiae" en ese bochornoso defecto: La fatuidad del presidente no tiene límites. El "Ego que camina por América Latina" creyó en su vanidad, que su sola presencia día y noche en vallas, cadenas televisivas, prensa et al aseguraba el triunfo de personajillos que para su bien deberían dedicarse al amaestramiento de erizos marinos u otras sandeces. El orgullo desmedido convirtió a su gente en opositora (Léase: Escualida?) en el Distrito Capital. Lo malo de la soberbia no es solamente ese pecado capital de la vanidad a grado extremo, es involucrar a un país completo en su espejismo, en sus ínfulas de todopoderoso, en su acto de vudú de pacotilla donde sus acólitos son los ungidos, donde no hay adversarios sino enemigos, donde la descalificación sustituye al diálogo.
Ahora el gran ego no recuerda su procedencia del polvo y pretende cantar el ritornello de la reelección. El ombligo del mundo pretende nuevamente desconocer resultados ya conocidos y lanzarse a otra campaña para pintar su propio retrato de Dorian Grey y permanecer con la banda presidencial terciada, congelado en el tiempo mientras Venezuela en su marco envejece y se deteriora para bien de su ego.
Contra la soberbia: Humildad. Volverán las calles a ser ríos de gente, volverán las manos blancas, volverán las familias a pisar el asfalto, volverán los cantos y las risas. Volverá la humildad del bravo pueblo a decirle NO! a cualquier intento del pecado de soberbia.
Por cierto Hugo: Sabes donde está Luzbel a esta ahora?.